En lo referido a la seguridad, nunca se deben escatimar
esfuerzos (y gastos) para tener toda la protección y asistencia que sea posible
para evitar algún accidente con
consecuencias fatales. Es por eso que ahora, además del viejo y seguro cinturón
de seguridad, todos los autos contienen un sistema de seguridad automático que
reduce el daño causado por un impacto: las
bolsas de aire.
Todos los autos nuevos contienen este sistema, o deberían,
porque es un requisito obligatorio impuesto a todos los fabricantes de autos
por organizaciones de Europa y Estados Unidos (aunque se sabe que algunos
fabricantes no colocan este sistema en autos económicos que son vendidos en
mercados de regulación baja).
Este dispositivo ha salvado muchas vidas, porque reducen el
riesgo de muerte en un 30%. Con el paso del tiempo, los fabricantes han
desarrollado mejor este sistema, habiendo inclusive autos con bolsas de aire a
los lados –en la puerta- y para el torso.
Esta tecnología, al igual que muchas otras (Internet, por
ejemplo), tiene su origen en el campo militar. Durante la Segunda Guerra
Mundial, tanto fabricantes de aviones como la Marina estadounidense intentaron
incorporar pequeños cojines (o “cushions”, en inglés) que se activaran cuando
un avión de combate fuera impactado, resguardando al piloto.
Siendo esta tecnología
algo complicada de realizar, debido a lo que implica que el sistema se active,
no se desarrolló. Fue, sin embargo, en la misma Marina de Estados Unidos que se
pudo elaborar la primera bolsa de aire, idea que las grandes corporaciones de
autos tomaron e intentaron incorporar. Así, la General Motors ofrecía los
primeros autos con bolsas de aire a fines de la década de 1970, y desde esa
fecha se ha ido perfeccionando esta tecnología.
Ciertamente es muy interesante saber la historia y todo lo
que estuvo detrás de este invento, claro. Pero resulta mucho más interesante (y
práctico) saber cómo es que funciona este bendito sistema de seguridad.
Así, pues, hablaremos de cómo funciona, pero antes vamos con
la Física. La Ley del Movimiento que se aplica a las bolsas de aire es bastante
simple. Tan simple como saber que, cuando un objeto se mueve con una
determinada masa (o peso) y velocidad, tiene lo que es llamado “impulso” o
“momentum”. Esto se aplica a todos los objetos en movimiento y, a menos que
alguna fuerza actúe sobre el objeto, el mismo seguirá en movimiento constante.
Poniendo como ejemplo el auto, cuando éste se encuentra en
movimiento, también lo hacemos nosotros. Pero, ¿no se supone que estamos
sentados? Pues sí, pero al moverse el auto, y al estar sentados dentro del
mismo, la Ley del Movimiento del auto
se aplica a nosotros también, con la masa y velocidad del auto. Esto es algo
obvio, creemos, hasta para los niños que van en bicicleta: cuando un niño frena
de golpe su bicicleta, su cuerpo va hacia adelante, porque por inercia el
cuerpo desea continuar con el movimiento que venía realizando. Pasa igual
cuando uno frena el auto, y ni siquiera de manera intempestiva.
Seguimos en nuestro auto. Si, de repente, un auto se
atraviesa en nuestro camino, o chocamos contra un muro, la computadora del auto procesa esta información, este choque, en
milésimas de segundo, a partir de detectar un cambio en la masa del auto.
Mientras que el auto detendrá su movimiento repentinamente como consecuencia
del impacto, los pasajeros deberían seguir en movimiento porque ninguna fuerza
está deteniendo efectivamente su movimiento, lo que haría que uno salga
disparado del auto, casi siempre con consecuencias fatales.
Sin embargo, y debido a este rápido procesamiento de la
computadora del auto, se genera una reacción química de ácido de sodio con
nitrato de potasio, que genera una fuerte explosión de nitrógeno que infla las
bolsas de aire y ejercen una fuerza sobre el pasajero, llevando su velocidad de
movimiento a 0. Apenas instantes después
del impacto, los gases se disipan y la bolsa empieza a desinflarse, con lo
que el pasajero –nosotros- podemos empezar a movernos libremente. Todo esto, en
apenas unos segundos.
Para que el sistema que hace posible la salida de las bolsas de aire funcione bien, se
recomienda no manipular ni mover ni colocar nada en el panel de manejo.
Aún pese a que las bolsas de aire son bastante cómodas, el
impacto sobre las mismas puede ser doloroso. Porque, vamos, si uno va a 120
km/h y se detiene de golpe, la velocidad de impacto hace que el cuerpo sienta
el choque, pero lo amortigua.
Y, así se tenga el mejor sistema de
bolsas de aire, el más moderno, el último y superior, nunca se debe dejar de
utilizar el cinturón de seguridad, puesto que las bolsas de aire sólo
complementan el uso del mismo y nunca lo remplazan.
Porque nunca está de más tomar todas las medidas posibles
para prevenir accidentes. Porque nunca está de más saber que, la mejor manera
de prevenir accidentes, es manejar de manera segura por la ciudad. Porque, la
verdad, no es “vivir rápido” el ir a 180 km/h por la calle: es, por el
contrario, acelerar la muerte.
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